Crónicas del revés
Que cabía en un pañuelo,
Y así nos pensamos impunes, solitarios
Sin más alcance que la orilla de la noche;
Ecos de un bostezo urbano que por momentos
Nos allanaba el sueño y nos despojaba,
Y nos encarcelaba con malos tratos;
Y nos resistíamos y exigíamos la libertad,
Y clamábamos por nuestros sueños rotos.
Aprendimos que el mundo era solo eso;
Sin importar del otro,
A menos que se nos pareciera demasiado;
Que asintiera, que aprobara el dolor,
La rabia, el llanto, y nos diera la razón
Antes y después del psicólogo;
Por encima y por debajo del espejo.
Aprendimos que la sombra era solo eso;
Una continuidad deshuesada
Enteramente en el piso, sin más importancia
Que un rastro desaparecido, y así,
Nos fuimos desapareciendo
Gota a gota, tramo a tramo,
Sueño tras sueño,
Hasta que un día nos liberaron;
Nos diluyeron las cárceles y el grito
Y el espanto y nos devolvieron el espejo;
Y vimos que el mundo chiquito
Éramos nosotros;
Tan solo nosotros;
Sin luz ni tango;
Sin río ni orillas, ni abrazos,
Ni día después y lo que tal vez
Haya sido lo peor;
Sin nadie que en verdad
Pudiera parecerse a nosotros.