VIRTUD DE LOS CIEGOS
A veces,
ocurre por el invierno,
que uno se muere de pájaros;
que incendia de luna su casa,
y sale después, a andar la memoria
de las cosas que ha perdido.
Un verso temprano,
una raíz,
alguna hamaca;
cosas que uno
no puede dejar de perder
por conservar el horizonte así;
tan utopía y tan esperanza,
que al voltear,
con el silencio en los hombros,
la tarde se vuelva distancia
de nosotros
a nosotros mismos.
Entonces,
herido de ocaso y de vergüenza,
uno silba de tan solo
que atrás,
al sur,
la noche devora su ofrenda
de sangre, paloma,
y ausencia.
A veces,
por el invierno,
me tiembla una sed
de espanto.
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