Por Miguel Hernández
Para Revista Umbrales
Llegar a San Marcos Sierras para un encuentro con este referente del periodismo radial y televisivo significa, entre otras cosas, adentrarse en el misterio del pensamiento dicho a pesar de todo y muy lejos de los eufemismos. Nada tan lejano para un Pesoa que se expresa tal como es, haciendo uso de su derecho natural de vivir y actuar como piensa y además, decirlo.
Sobre el costado del ingreso amplio a Hostería La Merced, se asoma un cartel que reza “Campana”. Y si uno tira del cordón, pueden ocurrir dos cosas; que detrás de una puerta de rejas se asome primero un perro labrador de pelo largo tan calmo como el Quilpo, o que desde adentro una voz que suena bien anuncie la llegada de este mítico conductor que por momentos nos sitúa frente al compromiso de repreguntarnos acerca de nuestras convicciones y cuestionarnos todas nuestras certezas.
De todos modos, la Ley de medios audiovisuales recientemente modificada propone un porcentaje mayor de críticas que de aciertos, por lo que el diálogo se abre espontánea y rápidamente por parte de uno de los convocados al debate previo a la aplicación de la ley.
Nos abriga una cocina a leña de pulso firme frente al frío, y un clima de bodega junto a uno de los tambores que cobija el “Flor de Peludo”, el cabernet (de un corte exquisito) que produce y envasa Quique para obsequiar a los amigos. Mientras conversamos, él disfruta de un puro y el ambiente se puebla de aroma a chocolate.
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